domingo, 2 de noviembre de 2008

Aun Asi


Sí. Podría decirse que espero por ti, Aunque la verdad es que solo espero que el viento sople y me de una orientación, me asigne un sitio al cual yo pueda dirigir mis movimientos lejos de aquí, lejos de ti, lejos de mi. Sin pensarlo me dejo caer entre escritos y canciones que acompañan esta velada. Donde faltas tú y posiblemente yo. Físicamente continúo aquí, sentada. Aguardando tu llegada, pero verdaderamente estoy cerca de ti, tan cerca que siento tu respiración, parte de tu calor, tus manos deslizarse por mi rostro, de una forma tan delicada, buscando manera de tranquilizarme, de calmar lo que siento. Me pides que no llore, lo dices una vez más: no podemos continuar, sin embargo, no me dejas avanzar, me amarras a ti; es decir, sigo aquí contigo, sin mí. No podemos vernos, aunque tus llamadas son tan continuas que en vez de animarme solo llegan a torturarme. Terminamos. Tu por tu lado yo por el mío, normal, como la primera vez, debemos continuar con este día a día, digo, con la vida; fueron palabras que articulaste sin pensar en todos los momentos que creamos, o se iban estructurando a nuestro alrededor. Lo acepto, ya no mas. Intento caminar, todavía me detienes. Me pregunto ¿Por qué? Si me has pedido que te deje. No respondes, lo repites otra vez, se acabo, esta vez con rabia mientras me sostienes entre tus brazos. ¿Qué intentas hacer? ¿De que te quieres convencer? Si esto ha llegado a su final ¿Que esperas para marcharte y no regresar? ¿Por qué me atas a tu lado? Cuando mejor que nadie ya lo has dicho, tú y yo no llegaremos a ningún lado. Me besas, te detengo, ¿Qué pasa? Sonríes. Sabes lo que pienso. Esta bien. Me acerco a ti lo suficiente como para que tu respiración se mezcle con la mía. Y entre miradas que tocan, besan suavemente, y aceleran nuestro pulso. Te despojo de tu ropa, y por donde paso con mis labios o dedos, te hago estremecer. Y una vez mas te siento parte de mí, o yo parte tuya, en fin una mezcla de dos cuerpos que se aman locamente. Lujuria. Me muerdes lentamente, y mientras nos perdemos en todo esto lleno de pasión lo dices: te amo, pero sin hablar. Sentimientos tan profundo que nos hacen alcanzar cualquier cantidad de estrellas de una sola vez. Inexplicable. Después de todo eso, allí están nuestros cuerpos tumbados, saciados de ese deseo, fue la mejor de todas las veces que pudimos tener, era la última vez. Solo eso querías, anhelábamos ese momento y sin darnos cuenta fue un adiós. Ya no duele. No me sujetas. Ahora las lágrimas no son mías. Beso tu mejilla, me doy la vuelta y empiezo a caminar. Me alejo de ese lugar. Presentación y despedida. Ahora soy yo quien lo dice. Se termino, tienes que aceptarlo. Armándome de fuerzas para no volverte a ver. Que tontería te se a la perfección, con cada detalle justamente donde va. No necesito mirarte, no hay ensayo ni error, solo yo dibujando en el firmamento; que tantas veces nos arropo, tu figura. Esa que fue refugio de mil sensaciones, calido y frió, todo a la vez, ese fue el sello final. Un dibujo que le regalo a las estrellas, para que tengan una mínima idea de cómo es poder vestir y desvestir tu cuerpo, digno de ser admirado por una sola persona, que entre tantas que hay, solo tu sabes quien soy, perdón, quien es.

No hay comentarios: